El doctor Bryan Strange habló con Camilo Vásquez, de la revista Carma, respecto a su trabajo e investigación sobre la memoria y el cerebro humano. Esta conversación, que abrió un espacio interdisciplinario de discusión sobre la memoria y la oscuridad, tuvo lugar a fines de mayo de 2019.
Camilo: Nuestra idea en Carma es construir puentes entre disciplinas a través de diálogos y conversaciones sobre diversos temas y desde diferentes perspectivas. En esta edición se explora la oscuridad como un concepto general, y se juega con la idea de dualidades, como la luz y la oscuridad, el conocimiento y la ignorancia, el recuerdo y el olvido. Con esto en mente, nos gustaría que habláramos respecto a su investigación sobre la memoria y el trabajo que ha hecho para “regular” o “controlar” los recuerdos que no permiten que las personas funcionen en su vida diaria. Dicho esto, nos gustaría que compartiera con nosotros la idea general de su investigación actual sobre la memoria.
Bryan: En mi investigación se estudia principalmente por qué ciertas cosas se recuerdan más que otras. Por lo general, las personas recuerdan cosas inesperadas. Por ejemplo, haber visto un elefante en la [carrera] séptima o en cualquier calle de Bogotá; eso sería algo inesperado y quizás se recordará por el resto de la vida.
Otras cosas que nos suceden y que son bien recordadas son los eventos emocionales, ya sean positivos o negativos. Asociadas con eventos emocionales negativos también hay condiciones patológicas, como el trastorno de estrés postraumático y diferentes condiciones de ansiedad, como las fobias. He estado estudiando los mecanismos cerebrales que fundamentan dichas formaciones de memoria reforzada en este tipo de eventos, en un esfuerzo por tratar de comprender cómo se pueden desarrollar los tratamientos en el futuro. La memoria se puede ver como un proceso muy dinámico. A lo largo de la mayor parte de la historia de la ciencia y la medicina, se ha pensado en la memoria como algo que se ha fijado en el cerebro de una manera determinada. Ahora nos estamos dando cuenta de que estos recuerdos se pueden manipular, modular o cambiar con el tiempo. Uno de mis enfoques de investigación ha sido reducir la memoria después de que se ha recuperado un recuerdo. Si se activa ese recuerdo, parece que hay una forma de reducir la fuerza de la memoria si se aplican ciertos tratamientos justo después de recuperar esta rememoración. Trabajamos con pacientes neurológicamente sanos, a los que les aplicamos anestesia general, les hacemos aprender narraciones desagradables, “historias”, y una semana más tarde recuperaron una de esas historias, e inmediatamente después de recibir anestesia general, al día siguiente, el aspecto emocional de la memoria se había reducido.
Camilo: Cuando dice “se ha recuperado un recuerdo”, ¿a qué se refiere específicamente?
Bryan: En este modelo de laboratorio les mostramos una narración a través de una secuencia de diapositivas, como si fuera una película, y para recuperar o reactivar la memoria simplemente les mostramos la primera diapositiva de la narración y les preguntamos “¿Qué recuerdan de esta diapositiva?”, la cual está parcialmente cubierta. Entonces empiezan a pensar en ello y dejan que el cerebro haga lo suyo. Uno ve el comienzo del clip de la película y el cerebro llena el resto. Los dejamos que recuperen la memoria por su cuenta. Cuando se trata de pacientes, lo que se suele hacer, por ejemplo, en el caso de trastorno de estrés postraumático, es que los pacientes escriban su evento desagradable o traumático. Cuando regresan a la clínica, leen nuevamente lo que habían escrito.
Camilo: Aventurándome un poco, me gustaría preguntarle cómo afrontan las personas este trauma en su vida cotidiana cuando la recuperación de la memoria no se realiza en un entorno de laboratorio seguro.
Bryan: Ese es el problema en estas condiciones. Hay una recurrencia espontánea del recuerdo, a través de flashbacks o pesadillas; vuelve cuando uno no intenta recuperarlo. Cosas que están poco relacionadas con este recuerdo lo activarán.
Camilo: Tendemos a pensar, de manera muy informal, que cuando intentamos superar un recuerdo traumático en un tratamiento psicológico debemos enfrentarlo y tratarlo en un ambiente seguro. Sin embargo, percibo que en su investigación usted se dirige en la otra dirección. Quizá estés bloqueando o anulando dicho recuerdo...
Bryan: Sí, tiene razón. Lo que se hace en la terapia de exposición típica o en la terapia cognitiva es hablar sobre ese recuerdo en un lugar seguro, para cambiar su forma de asociación. Lo que estamos haciendo es pensar que tal vez esto no funciona con todos los pacientes. Con algunos, lo que debemos hacer es recuperar la memoria y atacarla, no manipularla; está asociada con la seguridad, pero la idea es tratar de reducir la fuerza de la memoria.
Camilo: Volviendo al tema de esta edición, la oscuridad, creo que lo que usted está haciendo es muy interesante. Si pensamos en esta dualidad de luz y oscuridad, o conocimiento e ignorancia, o ver y no ver, lo que usted sugiere es que “seleccionamos” lo que recordamos y dejamos lo que no queremos recordar en la oscuridad. Por ejemplo, si una persona tiene un recuerdo “tormentoso”, que no deja de perseguirla y le impide ser, en lugar de enfrentar el recuerdo como en la terapia tradicional, y tal vez arrojar “luz” sobre él, lo bloqueamos, lo ponemos en la “oscuridad” y lo volvemos inaccesible. ¿Estoy entendiendo esto mal?
Bryan: No, lo que dice es bastante acertado. No estoy seguro de que podamos afirmar que estamos bloqueando el acceso o si sólo estamos reduciendo la memoria. Todavía desconocemos cómo se forman los recuerdos en el cerebro, por lo que no sabemos cómo afecta la memoria el mecanismo de acción de un anestésico general. Es muy difícil saber cuándo se ha eliminado un recuerdo o se ha amortiguado, porque los únicos resultados que tenemos son lo que nos dicen que recuerdan los pacientes. Por lo tanto, no sabemos si se ha bloqueado el acceso o se ha reducido la memoria en sí misma. No creo que estemos bloqueando el acceso, pero podría ser el caso, ahora que usted lo menciona.
Camilo: Nuestro tiempo se acaba y hay mucho más por discutir. Me gustaría compartir lo que aprendí de esta conversación. Mientras hablábamos, imaginé que el cerebro humano es como el universo, un inmenso espacio con más oscuridad que luz. En este sentido, podemos ver lo que iluminamos, y todo lo demás, lo que no tiene luz, se encuentra en un estado de oscuridad. Entonces, en esta imagen que tengo siempre, hay más oscuridad que luz. Sin embargo, si un cierto recuerdo impide que alguien viva y funcione, como hemos discutido en las condiciones patológicas que usted mencionó, puede ser más beneficioso para esa persona no recordarlo. Me parece una idea muy poética volver a la oscuridad para ser. Al mismo tiempo, no puedo evitar pensar en traumas colectivos en el aspecto social, como la guerra o los conflictos armados, y esto me hace pensar en el papel que los artistas e historiadores desempeñan en los recuerdos colectivos y en la construcción de narrativas y orden. Esto nos deja con un tema para futuras conversaciones sobre el papel que cumplen tales narrativas en la construcción del orden mundial.