El Antropoceno surge como un tiempo de desilusión, incertidumbre y precariedad, que requiere alianzas estratégicas y un pensamiento solidario para resistir. Lo alimentario emerge como un colaborador vital en la resistencia que, como especie y parte de un ecosistema, ejercemos en contra de nuestra extinción. La comida, como un tema político, es un asunto de gran relevancia dentro de la práctica artística contemporánea; esto se refleja en el surgimiento de proyectos curatoriales, como Delfina Foundation, y colectivos artísticos-culinarios, como Sabor Clandestino en Bolivia, Standard Thinking en el Reino Unido, Dhaqan Collective en Somalia y Bait al Karama en Palestina.
Este texto, analiza proyectos artísticos desarrollados por 4-18, Superflux, Dagna Jakubowska, Joanna Gawrońska, Lisa DeSmidt y Cibele Vieira, cuyas ideas ayudan a entender los mecanismos con los que la comida opera en lo político y lo ambiental. Las teorías de Timothy Morton sobre la solidaridad y las teorías sobre la alimentación de Jane Bennett son las consideraciones filosóficas centrales en esta investigación, que también encuentra referentes teóricos en ideas de Humberto Maturana, Edward O. Wilson, Karl Marx y Harry G. West, entre otros.
Las teorías que estudian el actual periodo antropoceno sugieren orígenes cronológicos muy diversos, que oscilan entre la aparición de la agricultura en 12.000 a.C. y el comienzo de la Guerra Fría en la década de los cincuenta1. La última cena toma como origen cronológico del Antropoceno el surgimiento del movimiento preparacionista (prepper) durante la primera mitad del siglo XX, el cual emerge como una respuesta a la Gran Depresión en Estados Unidos, la Segunda Guerra Mundial y el desarrollo de armas nucleares de destrucción masiva. Este movimiento es abordado en esta investigación desde una posición de criticismo donde sus principios de supervivencia, carentes en su mayoría de valores solidarios, reflejan el pensamiento antropocéntrico, el cual surge como gran responsable dentro de la actual crisis ambiental. Lo alimentario es una consideración esencial de los preppers dentro de sus planes de supervivencia, motivo por el cual su movimiento se toma como referencia crítica en el presente artículo 2.
Este movimiento, agrupa proyectos geográficamente diseminados que operan de manera autónoma donde encontramos algunas consideraciones comunes.3 En varios proyectos preppers es común hallar fortalezas agrícolas, en las cuales se cultivan hortalizas y se crían animales que se utilizan para cocinar alimentos que luego se empacan para su conservación y se almacenan en bodegas subterráneas4. Muchas de estas comunidades se valen también de tácticas militares dentro de sus labores estratégicas, lo cual evidencia aspectos problemáticos conectados con la noción de supervivencia humana, asunto que se analizará en detalle más adelante.
Preguntas preliminares
¿Cómo serán las preparaciones de las últimas cenas que, como especie, nos alimentarán antes de nuestra desaparición? ¿Podrán estas recetas dilatar nuestro encuentro con el fin de nuestra especie? Por medio de estas preguntas se busca establecer un punto de partida desde donde esta investigación artística, de manera estratégica, pueda especular, imaginar y anticipar el futuro alimentario.
En Paralelo, de 4-18
En Paralelo es una plataforma de experimentación y resistencia, que funda residencias itinerantes de gestión colaborativa de la comida y la habitación, donde el dinero no es el principal intermediario. En 2013, En Paralelo se estableció en Plazarte, en el barrio Prado Centro como punto de encuentro de la comunidad local y 22 residentes, entre ellos artistas, politólogos, cineastas, antropólogos, historiadores, arquitectos, economistas, diseñadores y cocineros. Durante 21 días los residentes, junto a parte de la comunidad local, dispusieron colaborativamente su conocimiento y capacidad de trabajo para experimentar y solucionar sus problemas de alimentación, habitación, y uso del tiempo libre. Se estableció como resistencia, una economía experimental paralela a las condiciones materiales hegemónicas de nuestros días, para vivir de los excedentes de la sobreproducción generalizada.
- En Paralelo (5)
Este es un proyecto inspirado en las Disco Soup desarrolladas por el movimiento internacional Slow Food en Alemania, que propone, desde el trabajo colectivo, el rescate y la reutilización de alimentos desperdiciados como una fuente alternativa de alimentación. Con este proyecto, 4-18 le hace una crítica a la insensibilidad de aquellas políticas comerciales que son cómplices con el desperdicio de alimentos. Casi diez años después de su creación, las ideas y preguntas que plantea En Paralelo sobre lo alimentario y lo político surgen con gran validez y pertinencia en el crítico contexto actual. Más de 1.300.000.000 de toneladas de comida se desperdician anualmente, y pese a que la alimentación es un derecho humano, 850 millones de personas sufrieron de desnutrición en 2019 y 62 millones murieron por esta causa, lo que representó el 58 % del total de muertes en el mundo ese año6. En contraste, durante 2020 la industria alimentaria obtuvo ingresos totales de más de ocho trillones de dólares7.
En su libro Vibrant Matter8, la filósofa Jane Bennett estudia el trabajo del movimiento Slow Food y su análisis nos permite imaginar un futuro en el que individuos y comunidades establecerán relaciones con la comida que les otorgarán independencia y autonomía política sobre su dieta. Un futuro en el que el valor nutritivo de los alimentos se aprovechará y disfrutará al máximo, y en el que los procesos alimentarios operarán de manera transparente y con un mínimo impacto ambiental9. Estas relaciones demandarán tiempo y disposición de colaboración, como lo evidencian los enormes ensamblajes y largos tiempos de planeación y ejecución que hacen posibles proyectos como Disco Soup y En Paralelo.
En las memorias de En Paralelo, sus creadores nos cuentan cómo este proyecto construyó un lugar donde la división entre trabajo y tiempo libre se desvanece. Esto nos sugiere que el gozo y la recompensa que encontramos participando en los diferentes procesos alimentarios pueden desdibujar la separación que culturalmente hemos establecido entre labor y recreo. “La constante reflexión sobre la práctica se tradujo en un espacio de encuentro donde no se oponía el tiempo libre al trabajo. Ese espacio fue, entonces, la base para crear estrategias de formación más efectivas con la comunidad que nos rodeaba”10.
Sobre el tiempo libre como un tema político, en la década de 1860 Karl Marx escribe como parte de su libro El capital11: El capital usurpa el tiempo de crecimiento, desarrollo y mantenimiento saludable del cuerpo. Roba el tiempo necesario para el consumo de aire fresco y la luz del sol. Negocia los horarios de las comidas, incorporándolos en la medida de lo posible al propio proceso productivo, de modo que el alimento opera como un medio de producción, similar a como ocurre con el carbón a la caldera, y la grasa y el aceite a la maquinaria. El capital reduce el sueño profundo necesario para la restauración, renovación y refrigerio de las fuerzas vitales, y las reduce a la cantidad exacta de letargo esencial para la reactivación de un organismo absolutamente agotado. El capital alcanza este objetivo acortando la vida de la fuerza de trabajo, de la misma manera que un agricultor codicioso arrebata más producto al suelo despojándolo de su fertilidad12.
El escritor Thomas McGath, estudia las teorías de Marx para examinar el efecto colonizador que tiene el capitalismo sobre nuestro tiempo libre donde considera aspectos como la ansiedad que precede a la jornada laboral y el agotamiento con el que afrontamos el final del día.13 McGath nos invita a reclamar nuestro tiempo de lo que él llama como “la tiranía del día de trabajo”14 que, para él, permea nuestra vida social y espacios de intercambio afectivo con dinámicas arraigadas en la cultura del capitalismo. Para McGath, el networking, la autopromoción y la competitividad invaden nuestros espacios de recreo y privacidad y nos niegan la posibilidad de desconectarnos de los ensamblajes de generación de plusvalía que se nos impone. El concepto de recuperación del que habla McGath se conecta con Green Fingers and Clear Minds15 (Dedos verdes y mentes claras), una investigación sobre salud pública y agricultura hecha por Helen Elsey sobre los beneficios emocionales de cultivar hortalizas como parte de proyectos de care farming (agricultura para la recuperación).
Aunque el care farming tiene un enfoque abiertamente práctico, varias teorías sugieren que genera redes sofisticadas y sutiles de interacción social, mental y físicas que le proporcionan experiencias positivas y vigorosas a sus participantes. Una teoría que resuena con la idea de care farming, la cual también se ha aplicado en la terapia de horticultura, es el concepto de recuperación. Aquí, el concepto de recuperación se combina con los de otras teorías sociales y ecológicas para ayudar a entender la eficacia potencial de las granjas de cuidados en las personas con problemas mentales y de salud16.
- Helen Elsey
Elsey demuestra en su investigación los enormes beneficios que se obtienen cuando dedicamos nuestro tiempo, afecto y atención a nuestra alimentación. Sobre la disposición de colaboración y espacio que le dedicamos a la comida, investiga el antropólogo sociocultural Harry G. West, quien estudia los contextos sociales en los que se preparan y consumen los alimentos17. Para él, compartir espacios de consumo y producción de comida ha sido definitivo en el desarrollo de la sociedad y en la creación histórica de lugares para el intercambio y el encuentro. West comparte historias de su trabajo en comunidades en Mozambique, donde la comida se prepara como una gran secuencia de tareas simultáneas y comunitarias en las que cada individuo tiene una responsabilidad específica. West, conecta estos ensamblajes de cooperación con técnicas culinarias como las que han hecho posible recetas como los dumplings en Europa y Asia, las empanadas en Latinoamérica, el calzone y el panzerotti en Italia, los patties en Norte y Centroamérica, los knish en la cultura judía y las samosas en Asia Central.
Sobre el trabajo y la productividad, Gilles Deleuze y Felix Guattari escriben en El anti- Edipo18: “(. . .) las fuerzas productivas y las conexiones sociales del trabajo parecen separarse del proceso productivo, pasando del trabajo al capital”19. Según ellos, “La productividad del obrero marginal no solo determina el salario de ese obrero marginal, sino el de todos los demás, de la misma manera que, cuando se trata de mercancías, la utilidad del último cubo de agua o del último saco de trigo regulaba el valor, no solo de ese cubo o de ese saco, sino de todos los demás cubos o sacos”20.
Las reflexiones citadas anteriormente se pueden conectar con En Paralelo sugiriendo que el tiempo que le dedicamos a nuestra alimentación nos retribuye con relaciones más saludables con nuestro hábitat y más estrechas con nuestra comunidad. El tiempo dedicado a la comida también nos recompensa con soberanía política sobre nuestra alimentación, y de ese modo, sobre nuestro cuerpo y nuestra tierra. Estos beneficios se evidenciaron globalmente en los momentos más críticos de la pandemia causada por el covid-19, cuando un mayor número de personas empezaron a cocinar en su casa, reduciendo de manera considerable el volumen de comida desperdiciada. Una vez que las medidas se relajaron y estas personas dejaron de cocinar, el volumen de desperdicio alimentario subió a sus niveles anteriores21.
En sus teorías, Jane Bennet nos invita a acercarnos a lo comestible no como un producto sino como una enorme estructura orgánica, cuya agencia en nuestro cuerpo desafía los límites ontológicos entre el comensal y la comida que lo nutre. La artista colombiana María Buenaventura nos invita a trabajar con la naturaleza en una forma colaborativa, lo cual se puede conectar con el llamado que hace Bennett a acercarse a lo comestible como a un@ Otr@.22 Al considerar a la comida como vital y ontológicamente autónoma, estamos subvirtiendo el pensamiento antropocéntrico en nuestra dieta y estableciendo de manera potencial, una mejor relación con el medio ambiente y con nosotros mismos.
En Paralelo pone en evidencia la insensibilidad de ciertas prácticas comerciales, y lo hace desde acciones en las que la gratitud y la generosidad invitan a los agricultores y comerciantes involucrados a entender las implicaciones ambientales y sociales de su trabajo. “En Paralelo (...) diseñó un plan de recolección en la plaza de mercado minorista, reconociendo en ella focos importantes de despilfarro de alimentos consumibles, que, por aspectos cosméticos o porque no iban a ser vendidos a tiempo, iban a terminar en la basura. De esta manera, gran parte de la subsistencia alimentaria de la residencia recayó en negociar, preparar y consumir estos alimentos antes de que fueran desperdiciados. En total se recolectó aproximadamente una tonelada de comida que no solo abasteció la residencia, sino que también se preparó colectivamente en el espacio público a través de sesiones de cocina en diferentes lugares de la ciudad como la Plaza Botero o el mismo Barrio Prado, donde personas que circulaban por estos lugares podían participar en la preparación de la comida y disfrutarla de manera gratuita”.23
El impacto de En Paralelo en la comunidad que participó en su proyecto nos muestra la importancia de las acciones colectivas que reclaman transparencia y soberanía sobre nuestra alimentación. Otro ejemplo de esto es el trabajo realizado por el grupo de activistas liderado por el agricultor y activista británico Patrick Holden, quienes le exigen a la industria alimentaria que revele el impacto ambiental de los productos en sus etiquetas24. Para ellos, este impacto tiene un costo que el consumidor debe conocer para tomar decisiones sobre su dieta basadas en consideraciones ecológicas y políticas. Se puede inferir, entonces, que un acercamiento a lo alimentario que priorice lo ambiental y se enfoque en la localidad y la proximidad entre agricultor, cocinero y comensal podría disminuir el desperdicio de comida y su nefasto efecto ambiental.
En este proyecto, 4-18 considera aspectos que pueden ser determinantes para imaginarnos las últimas cenas en el Antropoceno.
La comida como un dispositivo de resistencia.
El espacio público como un lugar de
colaboración culinaria y comensalidad.
La reutilización de comida desperdiciada.
La no intermediación de dinero.
El tiempo libre como un tema político.
Los ingredientes y las preparaciones de las últimas cenas, según el análisis hecho a En Paralelo, surgirán de las arduas y asimétricas negociaciones entre aquellos que reclaman soberanía alimentaria y la industria de los alimentos y los intereses que representa. Las recetas en estas últimas cenas serán el resultado de la lucha de activistas agricultores, cocineros y comensales contra las insensibles prácticas agrícolas y comerciales impuestas por intereses privados. Estas negociaciones estarán basadas en la vigilancia crítica y la acción política ejercida por individuos y comunidades que apelarán a la desobediencia, la pedagogía y el diálogo.
Las recetas de estas cenas requerirán grandes ensamblajes de colaboración, así como cocinas y comedores capaces de acogerlos. La selección de platos de estos menús se deberá ajustar a la disponibilidad del momento y a la producción local, utilizando principalmente cereales, frutas, granos y legumbres por su reducido impacto ambiental. Estas recetas se basarán en cortes, pedazos y unidades pequeñas, que requieran un menor uso de energía para su conservación y cocción, y utilizarán fuentes de energía alternativas a la electricidad y el gas.
El análisis hecho a En Paralelo sugiere que muchos de los procesos de intercambio necesarios para la cocción de estas últimas cenas serán mediados por sistemas alternativos al dinero, como el trueque y la donación. Para esto se requerirán comunidades e individuos interconectados, activos y capaces de trabajar en
colaboración con inmediatez y con autonomía sobre su tiempo. El tiempo dedicado al goce
y el disfrute colectivo con la comida ayudará
a construir espacios y experiencias que estimularán la salud mental de sus participantes, lo cual será de gran beneficio, considerando las proyecciones que se hacen sobre la epidemia25 de ansiedad y depresión en el mundo26. El placer,
la gratitud y la generosidad que surgirán de estas últimas cenas buscarán aliviar el difícil encuentro con el final de nuestra especie.
Mitigation of Shock (Mitigación de choque), de Superflux
Un apartamento que alguna vez fue un espacio habitable y cómodo, diseñado para un mundo tecnificado, globalizado y abundante, se ha adaptado a un futuro que nunca estuvo destinado a ser habitado. Una serie de periódicos desechados y el sonido de un programa de radio reflejan las tensiones de este nuevo mundo; las recetas en la cocina revelan el cambio en la producción, el almacenamiento y el consumo de alimentos (...). Altísimas pilas plateadas de champiñones, coles y chiles florecen en un ambiente interior óptimamente iluminado (...). Los cultivos en crecimiento no son la única fuente de alimento. Alrededor del apartamento hay evidencia de experimentación con otros tipos de alimentos; forrajeo y cacería urbana, cultivos de hongos y gusanos y equipos caseros para preservar comida en lata. Estos cambios en la producción, adquisición y conservación de alimentos han llevado al desarrollo de nuevas recetas que buscan aprovechar al máximo los alimentos disponibles. En la cocina se pueden encontrar recetas improvisadas para platos que incluyen hamburguesas de gusanos de harina y estofado de zorro.
-Superflux(27)
Superflux es un colectivo artístico con base en Londres, cuyo trabajo busca “trasladar la incertidumbre del futuro a las decisiones y acciones que tomamos en el presente”.28 Este grupo interdisciplinario crea instalaciones que especulan sobre el futuro, utilizando para esto metodologías y preguntas en las que el arte dialoga con el diseño, la arquitectura y lo alimentario.
En Mitigación de choque, sus autores crean un recorrido dentro de un apartamento en Londres en 2050, el cual se ha adaptado para resistir las consecuencias de una catástrofe ambiental. Con esta instalación, Superflux busca hacer tangibles, identificables y específicos el tamaño y la complejidad del cambio climático. En este
proyecto, ellos examinan el cambio climático como un hiperobjeto, teniendo en cuenta las teorías de Timothy Morton. Un hiper objeto es, según Morton, aquello invisible, intangible e inconmensurable cuya magnitud y longevidad supera nuestros marcos de referencia.29 En esta instalación, la medida de la crisis ambiental pareciera estar determinada en frecuencias lumínicas, grados de temperatura ambiente y niveles de humedad y acidez en la tierra.
Mitigation of Shock, según sus creadores, sugiere maneras para encontrar plenitud y esplendor en los escenarios de precariedad que nos augura el futuro en términos de nuestra seguridad alimentaria. Esta instalación opera
en lo estratégico dentro de lo estético-político, y nuestra experiencia con ella se puede interpretar como un manifiesto de supervivencia. Esta
obra se basa en el análisis que hace este grupo
de artistas sobre una serie de investigaciones desarrolladas por la NASA, la Oficina Meteorológica del Reino Unido y la ONG Forum For The Future (Foro para el Futuro). Como parte de esta instalación, Superflux presenta una tabla de tiempo de la crisis ambiental en la que se destacan eventos significativos:
En 2023, la tasa de obesidad del Reino Unido alcanzará el 38 %, la cifra más alta de Europa.
En 2025, en el Reino Unido el 30 % de los proyectos en busca de financiación a través de crowdfundings estarán relacionados con alimentos.
En 2035, el desperdicio mundial de alimentos disminuirá por primera vez en la historia de la humanidad.
En 2041, el precio de los granos habrá aumentado en un 95 % en comparación con 1990.
En el apartamento creado para Mitigation of Shock, los espacios para el ocio y el intercambio social han sido reemplazados por laboratorios agrícolas basados en sistemas inteligentes y autónomos que controlan las condiciones ambientales. El tema del recreo como un asunto político, vuelve a surgir en este artículo en el análisis de esta obra en donde nuestra cruzada por sobrevivir surge como una presencia que se apodera de nuestros espacios y se enraiza en nuestras vidas.
En relación con las preguntas que La última cena plantea, Mitigation of Shock sugiere una serie de platos como el estofado de zorro y las hamburguesas de gusano, que ponen sobre la mesa el tema de los sesgos en lo alimentario. Sobre las preconcepciones alimentarias, el antropólogo Harry G. West encuentra que en muchas comunidades de Mozambique el foráneo solo es aceptado por su grupo anfitrión cuando es capaz de subvertir sus sesgos y preconcepciones gastronómicas. Para esto, la comunidad receptora organiza una especie de ritual de iniciación, y con ese fin selecciona platos cuya apariencia desafía lo que para otras culturas se percibe como apetecible y comestible30. Mitigation of Shock nos presenta un futuro en el cual nuestros hábitos de nutrición podrían transformarse dramáticamente con fines tácticos de supervivencia y de cuidado del medio ambiente, desafiando lo que actualmente entendemos como alimento.
En su instalación, Superflux sugiere planes de acción y estrategias para resistir un inminente colapso ambiental por medio de una serie de objetos domésticos e industriales. Los muebles que decoran el apartamento se han adecuado con ensambles de bricolaje que buscan controlar las condiciones del espacio con luces LED violeta y minúsculas neblinas. Acá, Superflux se apropia de consideraciones propias del diseño industrial, la arquitectura y la horticultura para crear ficciones que se conectan con su contexto poshistórico. Sobre el concepto de poshistoria, el investigador Suhail Malik sugiere que la contemporaneidad rompe con la idea de progreso como una secuencia de avance histórico, lo cual se manifiesta a modo de metáfora en los objetos recuperados, reciclados y reutilizados que presenta Mitigation of Shock31.
En su obra, los integrantes de Superflux hacen un llamado a establecer autonomía sobre nuestros saberes tecnológicos, con el fin de garantizar nuestra seguridad alimentaria. Para esto, su instalación invita a apropiarnos de tecnologías que estimulen la agricultura urbana aun bajo los cielos grises y las temperaturas sofocantes que predominarán en un futuro no tan lejano. La horticultura en Mitigation of Shock surge como materia orgánica que se apropia de lo urbano y lo doméstico desde adentro, similar a lo que ocurre con las plantas cormofitas que crecen entre bloques de concreto abriendo grietas y fisuras. Considerando las teorías de Jane Bennet, en esta instalación las hortalizas, frutas y hongos operan como aliados de la resistencia que los humanos ejercemos contra la adversidad y la precariedad, producto de la crisis ambiental. Como un@ otr@, en el Antropoceno la comida reclama un lugar en nuestro espacio y tiempo, y reclama también nuestro afecto y atención. Teniendo en cuenta que la ficción que se plantea en esta instalación ocurre en el año 2050 y que muchos científicos prevén una potencial catástrofe climática antes de 210032, las especulaciones que hace este grupo de artistas plantean un diálogo importante sobre lo que será nuestra alimentación durante las próximas décadas.
The Future Bread, de Dagna Jakubowska y Joanna Gawrońska
Survival Kit es un festival anual en Riga, Letonia creado como reacción a la crisis económica que afectó a este país en 2008. Sus organizadores invitan a los artistas participantes a considerar diversas estrategias de supervivencia que, desde el arte, puedan responder a las circunstancias críticas del mundo contemporáneo. En la edición 12 de Survival Kit33, en 2021, las artistas polacas Dagna Jakubowska y Joanna Gawrońska presentaron la obra The Future Bread34 (Los panes del futuro) sobre la que ellas escriben:
Hoy nuestros deseos y hábitos de consumo están moldeando el medio ambiente e impulsando el cambio climático con mucha más fuerza que los fenómenos geológicos. Nos enfrentamos a la sexta gran ola de extinción de especies en la historia de la Tierra: la aniquilación de ecosistemas enteros (...). A medida que enfrentamos nuevos desafíos de supervivencia y nutrición, nos gustaría proponer un kit de alimentos de emergencia (The Future Bread), un menú de supervivencia para un planeta afectado y arruinado (...). The Future Bread es una colección práctica de recetas de pan para tiempos de crisis; un intento de crear prototipos de The Future Bread: una solución alimentaria concreta que permita reducir la explotación del planeta; un proyecto para una dieta más sostenible y armoniosa con los ritmos de la naturaleza; una advertencia para el futuro, un registro de diferentes escenarios climáticos y alimentarios para nuestro planeta. Dagna Jakubowska y Joanna
- Gawrońska(35)
En un performance culinario, las artistas hornearon diferentes preparaciones de pan, cuyos ingredientes se exhibieron como parte de una instalación junto a sus recetas.
Estas preparaciones, que las artistas llaman experimentales, especulan sobre el rol estratégico del pan dentro de una futura crisis alimentaria y ecológica. Los ingredientes utilizados incluyen soya genéticamente modificada, mijo, quinoa, ortiga, fresas, teff, castañas, maíz, hongos y amaranto. El amaranto es una planta altamente resistente a condiciones ambientales adversas que no necesita mucha agua y que puede crecer en terrenos erosionados, motivo por el cual las artistas lo incluyeron en sus recetas36.
Stefanie Herberth es una autora, investigadora y panadera que estudia la historia política de las diferentes recetas de pan que se preparan en el mundo. Ella asesoró la investigación que las artistas realizaron para concebir The Future Bread, y en su página web, llamada Hefe und Mehr (Levadura y otras cosas), hace un recorrido por su investigación sobre la ortiga, la quinoa y el teff. En su texto, se evidencia la manera como la industria alimenticia nos arrebata de las manos el derecho a una autonomía y soberanía alimentarias37.
Para Joanna Warsza, una de las curadoras de Survival Kit 12, la importancia de la obra de Jakubowska y Gawrońska radica en presentar el pan como un dispositivo básico y esencial de sobrevivencia que, por la durabilidad de sus ingredientes y las condiciones necesarias para su preparación, emerge como un cómplice vital y esencial38. En la cultura culinaria de los preppers, la panadería es una técnica fundamental, como se observa en los videos instructivos que muchos youtubers de esta comunidad comparten en sus canales. Una preparación muy popular en estos videos es el Australian damper, una receta ancestral creada por comunidades aborígenes de esta región, la cual se prepara con harina de nuez mezclada con agua que se cocina a la brasa. La liminalidad de su preparación y la recursividad con la que se puede preparar, garantizan alimento aun en condiciones itinerantes y precarias. Famine food es el término en inglés empleado para referirse a la comida que se les ofrece a comunidades en condiciones vulnerables durante periodos de hambrunas, en los que diferentes recetas de pan han servido para mitigar el hambre gracias a la accesibilidad de sus ingredientes y lo rudimentario de sus requerimientos de cocción.
Los panes horneados por Jakubowska y Gawrońska, que parecen no utilizar levadura, tienen una apariencia rudimentaria e irregular que devela texturas ásperas, colores fríos y opacos, vetas onduladas y formas compuestas por pliegues, arrugas y gotas. La manera como algunas de estas preparaciones desafían aquello que culturalmente podríamos identificar como pan nos recuerda que antes del siglo XVII las papas eran despreciadas en Europa por su origen subterráneo, forma irregular y color opaco39. El trabajo pedagógico y culinario del botánico francés Antoine-Augustin Parmentier logró subvertir los sesgos culturales sobre este tubérculo, que hoy en día es un ingrediente primordial en la cultura culinaria de cientos de países del mundo40.
Lo visual y lo tangible al tacto en esta obra, actuando junto a lo gustativo y lo olfativo, evidencian la potencia plástica de la comida para sugerir fascinantes y premonitorias ficciones. Las especulaciones culinarias que hacen sus creadoras nos invitan a imaginar y habitar el futuro desde la proximidad e intimidad que algo tan cotidiano como la comida —y, en este caso, el pan— establece con nuestro cuerpo.
Dagna Jakubowska y Joanna Gawrońska plantean en su obra unos menús para las últimas cenas del Antropoceno que, en su afán por trabajar con ingredientes resilientes y amigables con el medio ambiente, podrían implicar un retorno al origen de las culturas culinarias más antiguas y ancestrales, cuando se crearon las primeras recetas de pan. Esta obra, responde de manera directa a las preguntas que se plantea esta investigación, trabajando con el pan para conectar la génesis de la especie humana con su extinción. Como se analizará más adelante, los mecanismos de la naturaleza operan de manera cíclica, y la creación y la destrucción emergen como procesos naturales, inevitables y necesarios. Los panes amasados y horneados por estas dos artistas, abren un diálogo importante sobre la manera cómo debemos abordar ontológica y ecológicamente la extinción de la especie humana.
Empire of Dirt, de Lisa DeSmidt
Empire of Dirt es un texto curatorial escrito por Lisa DeSmidt para la exposición “Prep school”, curada por Max Presneill y Lisa DeSmidt para el Museo de Arte de Torrance en California (Estados Unidos), en 2015. En esta muestra se recoge una serie de objetos, planos, dibujos, fotografías y descripciones, correspondientes a estrategias de supervivencia desarrolladas por individuos, comunidades y gobiernos a lo largo de los siglos XX y XXI.
En Empire of Dirt, Lisa DeSmidt establece una posición crítica frente a los principios excluyentes y discriminatorios que, para ella, siguen muchos proyectos prepper. Al considerar un desastre inminente o el próximo apocalipsis, viene a la mente la teoría de Darwin de la supervivencia del más fuerte. Surgen entonces preguntas sobre aquellos en condiciones vulnerables y sobre lo que ocurriría con ellos. Si sobrevivir se convierte en un acto egoísta, donde la única preocupación es protegerse a uno mismo y a la familia, ¿qué pasará con las personas con discapacidad, los ancianos y los niños? Los individuos con escasos recursos y las comunidades que carecen de infraestructura seguirán estando en alto riesgo cuando se trate de un colapso ambiental. Las poblaciones vulnerables no pueden prepararse de la misma manera que los sectores privilegiados para un desastre. Para poder participar en actividades prepper, es necesario tener algún ingreso disponible e idealmente ser autosuficiente lo que implica poseer una propiedad, dinero extra para suministros, alimentos y municiones41.
DeSmidt menciona la vivienda como otro problema crítico en la actualidad. Sobre esto,
el investigador Justin Robbins proyecta que en los próximos años cada vez menos individuos tendrán acceso a vivienda debido al aumento exponencial en el valor de la tierra y a la concentración sobre su poder42. Estos escenarios de gran vulnerabilidad social requerirán
un arduo trabajo de reconstrucción de las estructuras sociales, en el que la comida podría desempeñar un rol primordial.
Como se mencionó anteriormente con respecto a En Paralelo, la relación con la comida que el movimiento slow food nos invita a establecer es de cercanía y de vínculos estrechos con sus procesos y con los ensamblajes sociales que construye. Una relación con un@ otr@ alimentari@ que supone afecto y amor como elementos de curación y reconstrucción.
Cuando perdemos la capacidad de producir nuestros alimentos (...) perdemos la libertad de elegir lo que queremos y nos hacemos dependientes de la voluntad y deseos de otros. Yo no quiero esto. Frecuentemente decimos que los seres humanos somos seres racionales y que la razón debe guiar nuestras acciones. Pero no es así. Somos seres emocionales que usamos la racionalidad para justificar o negar nuestros deseos.
- Humberto Maturana43
Las palabras del biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana conectan lo afectivo y lo político alrededor de la comida, lo cual resuena con los interrogantes que se hace Lisa DeSmidt sobre la necesidad de procesos de supervivencia empáticos y solidarios. Para Maturana, el amor es esencial en el proceso de reconstrucción de estructuras sociales debilitadas y circunstancias individuales vulnerables44.
DeSmidt prosigue su análisis:
Los trabajos exhibidos en “Prep school” no solo exploran temas como el apocalipsis y la catástrofe, sino también la reconstrucción de la sociedad que emerge de estos escenarios de destrucción. Muchos trabajos en la exposición advierten sobre el desastre que se avecina, alientan o critican la preparación estratégica para tal escenario, o simplemente muestran escenarios futuros que prevalecerán sobre esta catástrofe (...). Estos futuros escenarios utópicos o distópicos predicen la llegada de una nueva era. Tal vez sea necesaria la destrucción para construir algo nuevo (...)45.
En su escrito, DeSmidt sugiere la posibilidad de un fin gradual de la especie humana, constituido por periodos sucesivos de destrucción y renacimiento, en los que resilientes y emergentes manifestaciones de humanos tendrán que enfrentar condiciones ambientales cada vez más adversas. Los escenarios que plantea DeSmidt nos hacen pensar en la manera como los patógenos se hacen resistentes a los mecanismos de defensa del cuerpo que habitan, a través de mutaciones y transferencias genéticas. Muchos ingredientes culinarios que se utilizan en regiones tropicales como la cúrcuma y la pimienta, son producto de investigaciones ancestrales con las que se buscaba encontrar mecanismos de resistencia contra los efectos letales de muchos patógenos en nuestro cuerpo(46).
El número de patógenos dañinos y benignos conocidos por el hombre es tan amplio y diverso, que supera al número de cuerpos celestes que se calcula que existen en el universo47. La biodiversidad se manifiesta en el universo como una fuerza inconmensurable, cuyas escalas y magnitudes desafían nuestra comprensión de él.
Para continuar imaginando las últimas cenas del Antropoceno, las ideas de DeSmidt y Maturana presentadas anteriormente se pueden conectar con las teorías en sociobiología desarrolladas en los años setenta por Edward O. Wilson, quien estudia el comportamiento altruista en los animales.
En las hormigas superiores, el “estómago común” o buche distensible, junto a una molleja especialmente modificada, forma un complejo sistema de almacenamiento y bombeo que funciona para el intercambio de alimento líquido entre miembros de la misma colonia. Tanto en las hormigas como en las abejas melíferas, las obreras recién alimentadas a menudo hacen ofrendas de comida regurgitada a sus compañeros de nido sin que se las pidan, y pueden llegar a reducir su suministro a un nivel por debajo del promedio de la colonia48.
Según Wilson, este fenómeno ocurre porque en muchas comunidades de insectos el hambre y la sed se manifiestan como vivencias colectivas, a las que se responde de manera comunitaria y no como un asunto individual.
Algunas especies de roedores, también ofrendan su comida a otras de su mismo grupo como lo anota Timothy Morton quien no lo entiende como un acto de altruismo. : “La misma palabra ‘altruismo’ es una trampa contraproducente (...). ¿Cómo se puede desear deshacerse del deseo?”49. Para Morton, ofrendar la comida se conecta con aquello que el filósofo Peter Kropotkin llama ayuda mutua50.
No es el amor a mi prójimo, a quien a menudo no conozco en absoluto, lo que me induce a tomar un cubo de agua y correr hacia su casa cuando la veo en llamas; es un sentimiento o instinto mucho más amplio y vago de solidaridad y sociabilidad humana lo que me mueve a hacerlo.
-Peter Kropotkin51
Las teorías de Kropotkin le ayudan a Morton a examinar las relaciones entre personas humanas y no humanas52, entre las cuales la solidaridad surge como elemento primordial. Las vivencias colectivas, en las que la sed y el hambre se manifiestan para algunas especies de insectos, se conectan con lo que Kropotkin y Morton nos presentan como solidaridad. En este sentido, la solidaridad actúa como un vector que antagoniza con el privilegio de la vivencia individual y subjetiva, con el fin de que predomine el bien comunitario en la sociedad.
En su texto, Lisa DeSmidt sugiere que los jardines y las alacenas de los preppers no tienen ningún sentido o valor si no se comparten o se intercambian en forma solidaria con otras comunidades o individuos. Con esto, ella nos alerta sobre los ominosos efectos de una cultura de supervivencia individualista y discriminatoria. El concepto de solidaridad, como se construye en este artículo, debe entender la vida como un ensamblaje diverso y complejo donde deben converger todas las manifestaciones ontológicas que la constituyen. Este es un tema que se examinará en detalle más adelante, como parte del análisis de las pinturas de Cibele Vieira.
Al considerar las preguntas que se plantean en La última cena, es importante analizar uno de los objetos exhibidos en “Prep school”. La Unidad de ración B es un kit de alimentos creado por la empresa de galletas Loose-Wiles en Chicago para el Ejército de Estados Unidos en 1941. Este kit, empacado en una lata que le permite perdurar en condiciones extremas, consta de lo siguiente:
3 galletas de chocolate envueltas en celofán.
3 terrones de azúcar.
1 lata de café instantáneo.
En el contexto de esta exposición, el kit sugiere que, en situaciones de gran adversidad, hasta las raciones más pequeñas de comida pueden brindar confort y energía. El escrito de DeSmidt, al igual que las ideas y teorías citadas en esta sección, sugiere que en las circunstancias de vulnerabilidad que afrontaremos en los últimos días del Antropoceno la solidaridad, la generosidad y el amor serán las consideraciones estratégicas de supervivencia más efectivas. Aquellos gestos que demanden sacrificios colectivos e individuales, como el ayuno y el racionamiento, nos permitirán mitigar el encuentro con el final del Antropoceno.
Tardigrade Wars and Their Allies, de Cibele Vieira
Tardigrade Wars and Their Allies nos presenta un mundo metafórico de posibilidades, el cual sugiere la importancia de establecer alianzas en la batalla mientras se busca ganar una guerra por el bien común en una sociedad democrática de un planeta que vale la pena preservar. En un mundo de democracias frágiles y libertades limitadas, la resistencia se ha convertido en la actividad humana más relevante. Aquí podríamos entrar a depender de algunas de las criaturas más diminutas para luchar por la existencia de algo tan esquivo como el libre albedrío, en un mundo donde la existencia de la elección es, en sí misma, discutible. Los tardígrados son en gran medida invencibles porque logran flirtear con el reino de la inmortalidad. La dependencia mutua entre humanos y su alimentación se capta en estas obras con una claridad sorprendente, donde la posible interacción con estos animales resuena y refleja la historia de la guerra y las estrategias militares que impregnan la vida humana en todos sus aspectos. Cualquier paradigma construido en torno al comportamiento humano debe tener en cuenta el ecosistema global en su autonomía, considerando que los humanos dependen del medio ambiente para sobrevivir, un hecho ignorado en gran medida por muchas civilizaciones, incluida la nuestra.
- Gaudêncio Fidelis53
La artista brasileña Cibele Vieira utiliza en sus pinturas acuarelas hechas a partir del ácido carmínico que producen los cuerpos secos y pulverizados de las cochinillas hembra. Este pigmento orgánico, de color rojo amaranto, lo usaron los mayas y los aztecas y es uno de los colorantes más antiguos de los que se tiene registro. Las imágenes monocromas rojas de estas pinturas son relacionadas por Gaudêncio Fidelis, curador de la muestra, con los escritos de Sun Tzu, para quien “el arte de la guerra se basa en la posibilidad de engañar al enemigo”54.
Las obras de Vieira en esta exposición, nos muestran una serie de elementos recurrentes como aviones, helicópteros y barcos de guerra, así como plantas, panales, abejas, murciélagos, cochinillas, tardígrados y ampliaciones microscópicas de virus. En estas pinturas se describen escenarios de guerra que se yuxtaponen con composiciones en las que las especies animales y vegetales coexisten armoniosamente con los virus. El sentido de escala en estas pinturas permite que la asimetría entre lo microscópico de los virus, lo colosal de la guerra y lo inconmensurable del cosmos se balancee. La guerra, en esta exposición, alude a lo estratégico como aquello que determinará las futuras interacciones entre humanos, animales y todas las demás formas de vida. Las imágenes en estas obras tienen un aspecto tierno, producto de formas redondeadas, pinceladas gruesas y rostros con rasgos que evocan los dibujos hechos por niños, los cuales, según la artista, fueron una de sus fuentes de inspiración55.
En una de las pinturas sin título de Vieira, que llamaremos Voyager I, podemos ver a dos tardígrados flotando en el espacio junto a un astronauta donde se observa también la explosión de un cuerpo celeste que bien podría ser la tierra o el sol. En la esquina inferior, observamos una estación espacial que tiene escrito en su superficie Voyager I. Este nombre hace alusión a la sonda espacial lanzada por la NASA en 1977, cuyo propósito es estudiar las regiones y los límites de la heliosfera exterior, así cómo el medio interestelar que rodea al sistema solar. Esta sonda espacial transporta un dispositivo que contiene información sonora y fotográfica grabada en un disco prensado en oro. Con este disco, la NASA busca preservar —y eventualmente compartir— información importante sobre la humanidad como una especie de mensaje en una botella que, desde 2025, viajará a la deriva tras perder, de manera definitiva, contacto con la Tierra. Esta pieza creada por Vieira, nos ayudará a especular sobre las cenas que podrían sugerir sus pinturas.
Los tardígrados son unos animales minúsculos (1 mm), familiares lejanos de las arañas y de los ciempiés, cuya resistencia a condiciones de extrema adversidad ha sido objeto de numerosos estudios científicos. Ellos logran ralentizar su metabolismo hasta el punto de que pueden vivir sin alimentarse durante varias décadas, gracias a la profundidad de sus fases de sueño. Su capacidad de pausar el funcionamiento de su cuerpo les permite entrar en un estado de animación suspendida, en el cual pueden resistir temperaturas por debajo de –190°C y superiores a 148°C, así como sobrevivir en el vacío o en condiciones de presión seis veces más fuertes que las que se registran en las fosas marinas más profundas. Pese a esto, los tardígrados no son
una especie particularmente longeva, ya que, sin contar el tiempo que transcurren en estado de animación suspendida, su expectativa de vida difícilmente supera los cinco años. En 2019, un grupo de científicos israelíes, financiados por el magnate Nova Spivack, enviaron una tripulación de tardígrados a la Luna como parte de la misión Beresheet56. Antes de alunizar, el módulo espacial chocó violentamente contra la superficie lunar, y tras sobrevivir al accidente, estos diminutos animales podrían habitar en la Luna en estado de animación suspendida durante varias décadas57.
El análisis de Voyager I en La última cena invita a preguntarse por la comida y la exploración espacial como una consideración importante. Al igual que los tardígrados en circunstancias adversas, la comida de los astronautas se deshidrata y congela para su conservación. Estas preparaciones proveen reservas suficientes a los astronautas, aprovechando al máximo el espacio de almacenamiento en los módulos espaciales. Con un propósito similar al de las misiones espaciales, los preppers también deshidratan muchos de sus alimentos, para lo cual se valen de diferentes métodos que van desde los más ancestrales hasta los más tecnificados. Las frutas, los vegetales y las carnes procesadas son las preparaciones que se pueden deshidratar con mayor éxito, sin perder nutrientes. De cualquier manera, en estos procesos el contenido de vitaminas A y C generalmente se ve afectado58.
En la estación espacial internacional ISS, que se encuentra actualmente en órbita y habitada, uno de los menús más comunes es el siguiente:
Desayuno: cuajada y nueces, puré de papas con nueces, palitos de chips de manzana y membrillo, café sin azúcar y vitaminas.
Almuerzo: lucioperca (pescado) en gelatina, sopa borsch de remolacha con carne, goulash con trigo, pan, jugo de grosella negra y té sin azúcar.
Cena: arroz y carne, brócoli y queso, nueces y té con azúcar.
Segunda cena: carne seca, anacardos, melocotones y jugo de uva59.
Este menú, producto de décadas de investigación alimentaria, considera un sinnúmero de factores alimentarios, medicinales, logísticos, económicos y culturales, entre muchos otros. Estos factores también podrían llegar a ser tomados en cuenta en las últimas cenas que se preparen en el Antropoceno, buscando con esto eficiencia en nuestro consumo y gasto de energía, así como confort y bienestar60. El menú de la estación ISS difiere dramáticamente de los menús de los primeros viajes al espacio en los años sesenta, cuyas preparaciones se empacaban en tubos, cortadas en cubos minúsculos o deshidratadas en polvo.
La comida congelada y deshidratada no es la única fuente de alimentación de los astronautas residentes en la estación ISS. Desde 2002, el invernadero espacial Lada, que forma parte de esta misión espacial, le permite a su tripulación cultivar vegetales, utilizando un sistema de iluminación artificial fluorescente que en
el año 2013 se remplazó por lámparas LED. Los cultivos en la estación ISS tienen como propósito investigar el crecimiento de las plantas en condiciones de microgravedad, así como proveerle hortalizas frescas a la tripulación61. Los potenciales beneficios de estas condiciones para el cultivo de plantas han sido objeto de estudio desde 187962, aunque hasta ahora no se han presentado evidencias suficientes que lo comprueben.
El artista Nick Laessing, que investiga sobre esto, creó en 2018 la instalación Plant Orbiter63 (Orbitador de plantas), compuesta por un cultivo rotatorio de hortalizas64. Laessing examina en su proyecto la influencia que tiene la investigación agrícola en el espacio sobre las técnicas contemporáneas de agricultura urbana65. El suministro de agua surge como un problema prioritario en el Antropoceno tanto en la Tierra como en el caso de un eventual éxodo al espacio. La escasez de agua podría ser la causa principal de una eventual catástrofe ambiental, razón por la cual comunidades de agricultores y ambientalistas en Etiopía, como las que trabajan con la organización SIWI, han desarrollado proyectos de agricultura sostenibles que podrían ayudar a desacelerar una eventual catástrofe hídrica66. En la estación espacial ISS, el problema de suministro de agua se replica a otra escala. Por esto, los tripulantes se ven en la tarea de reciclar el agua utilizando un procesador que recoge hasta la última gota de agua que circula en la estación.67 El agua que se recupera viene de las aguas residuales, de las celdas de combustible, de la orina, de la higiene bucal, del lavado de manos y cuerpo, así como del agua condensada en la humedad del aire. Sin un reciclaje tan riguroso, se necesitarían casi 20.000 litros de agua adicionales al año para suplir la demanda de su tripulación y sus equipos de investigación68.
Los animales de laboratorio en la ISS también respiran y orinan, y planeamos recuperar sus productos de desecho junto con los de la tripulación. Una dotación completa de 72 ratas equivaldría a aproximadamente un humano en términos de demanda de agua.
- Layne Carter, experto en agua, especialista en procesamiento en el MSFC69
La investigación espacial sobre reciclaje de agua sugiere desarrollos que podrían mitigar
un eventual colapso hídrico, tomando en cuenta que apenas un 2 % del agua en la Tierra es dulce. Estas investigaciones nos confrontan con un futuro en el que nuevamente, por motivos estratégicos, tendríamos que subvertir muchos de nuestros sesgos y prejuicios alimentarios. Este es un asunto que se discutió anteriormente en este artículo, en el análisis de Mitigation of Shock y The Future Bread.
La crítica que les hace Lisa DeSmidt a los preppers y a su idea de supervivencia en Empire of Dirt se traslada en esta sección a los programas espaciales y las consideraciones ontológicas y ecológicas de su investigación. Frente a un colapso total en la Tierra, como el que sugiere Vieira en su pintura, no tendría sentido viajar solos, sobre todo si consideramos que el ecosistema del planeta es una estructura fluctuante y cohesiva de conexiones entre partes que, al interrumpirse de manera súbita y violenta, se debilita. Por lo anterior, es importante estudiar las alianzas entre astronautas humanos y no humanos que sugiere Cibele Vieira, en conexión con las teorías sobre la solidaridad de Timothy Morton. En su libro Humankind: Solidarity with Non-Human People (Humanidad: solidaridad con personas no humanas)70, Morton analiza el filme de ciencia ficción Interstellar71, cuyo guion escribieron los hermanos Christopher y Jonathan Nolan. En esta cinta, un grupo de astronautas lidera una misión que busca encontrar un nuevo planeta donde habitar, tras el inicio de un inminente colapso climático en la Tierra. En su libro, Morton cita un fragmento del diálogo de John Brand, personaje interpretado por Michael Caine: “Nuestro destino no es salvar la Tierra. Nuestro destino es escapar de ella”72. Más que invitarnos a escapar de nuestro planeta —sugiere Morton—, Interstellar nos invita a pensar en maneras de reiniciar nuestra capacidad de imaginar quiénes somos y cómo nos conectamos con nuestro hábitat en las actuales circunstancias de adversidad e incertidumbre73. Para él, la cosificación cultural de la naturaleza y su influencia en nuestro pensamiento es uno de los obstáculos más grandes en este proceso de replanteamiento ontológico y ecológico.
Morton es crítico del concepto de supervivencia humana, al que percibe como un llamado violento e individualista, arraigado en el neoliberalismo y en sus principios antropocéntricos. Él prefiere hablar de una conciencia ecológica, con la que invita a reconocer lo vital como algo que ocurre en una incalculable variedad de escalas, temporalidades y espacialidades, donde lo humano constituye solamente una parte. Se evidencia entonces la importancia de examinar el fin de la humanidad desde la diversidad ontológica y sensible en la que ocurre la vida. Desde la posición de los patógenos microscópicos que viven en nuestro sistema digestivo y nos ayudan a procesar los alimentos hasta la posición del Sol que nos alimenta con energía lumínica a una distancia de 147 millones de kilómetros, la humana se aprecia como una más de los miles de manifestaciones de vida que enfrentarán su extinción dentro de los próximos 500 años74.
Pese a que nuestra desaparición emerge como un evento natural, necesario e inevitable, no por eso deja de ser un asunto que nos preocupa. Para entender esta preocupación es importante considerar las ideas del filósofo francés Jean- François Lyotard para quien el problema más importante de la filosofía, es la muerte del Sol y, con ella, la imposibilidad de perpetuar el pensamiento.75 La zozobra que nos produce el fin de nuestra especie, se conecta con el lugar de privilegio ontológico que le damos a nuestra percepción y a nuestro pensamiento dentro de nuestro ecosistema sensible. Vale la pena, entonces, preguntarse si lo importante como especie amenazada es continuar extendiendo esa humanidad antropocéntrica en el tiempo y
el espacio, o si más bien, como las cochinillas cuando se sienten en peligro, debemos pensar en detenernos, replegarnos y rodar a la deriva.
Sobre la necesidad del ser humano de autopreservarse, es importante considerar de nuevo la investigación de Edward O. Wilson sobre el altruismo en los animales. Para Wilson, el suicidio en algunas variedades de abejas y hormigas surge como un acto estratégico, en el que un miembro de la comunidad se sacrifica con el propósito de proteger al resto de su grupo. La conciencia ecológica a la que se refiere Timothy Morton implica para los humanos un sacrificio, por el que nuestro lugar de privilegio ontológico se debe ofrendar para el beneficio de la biodiversidad.
La conciencia ecológica que Morton nos invita a habitar requiere una dieta que, en sus consideraciones biológicas y ontológicas, le otorgue al cuerpo nutrientes que lo puedan conectar de manera próxima y afectuosa con su entorno. Para esto, serán primordiales recetas a partir de ingredientes que nos acerquen al Sol,
al agua y a la tierra, como sucede, por ejemplo, con la remolacha y sus propiedades alimenticias, neuropatológicas y fotosensibles. Estudios sobre la betanina, el componente que le da su color a esta hortaliza, sugieren la posibilidad de desarrollar medicinas que desaceleren la velocidad con la que el alzhéimer ataca el cerebro, salvando así miles de vidas y aliviando a los millones de personas que sufren esta enfermedad76.
A la betanina, por su fotosensibilidad, también es estudiada para desarrollar sistemas de energía solar ecológicos que solucionen la crisis energética actual y sus efectos en el calentamiento global77. En este sentido, pensar en cultivos de remolacha en el espacio no parece insensato, sobre todo si se considera que tubérculos como la papa78 y los rábanos79 ya se han cultivado como parte de misiones espaciales. La papa fue la primera planta en crecer en el espacio en condiciones de microgravedad como parte de una misión llevada a cabo en la estación espacial Columbia en 1995. Las papas cultivadas crecieron en forma exitosa e incluso alcanzaron un tamaño aún mayor que sus equivalentes en la Tierra80.
Como se sugirió antes, frente a un colapso socioambiental, el cultivo de remolacha en el planeta y en el espacio, además de propósitos alimentarios, tendría un interés energético. La tecnología fotovoltaica empleada en los paneles solares de las misiones espaciales no es sostenible y tiene un impacto ambiental negativo81, pero esto podría cambiar si las celdas utilizadas actualmente se remplazan por celdas sensibilizadas a partir de betanina, como se sugiere en los estudios de Jeanne McHale82. No sería insensato entonces especular sobre un futuro en el que la remolacha podría ser nuestra aliada en proyectos como el sistema SPS-Alpha de la NASA, en el cual se busca desarrollar sistemas de energía solar satelital que conectan a la Tierra con el espacio83.
Las últimas cenas del Antropoceno, que sugieren las pinturas de Cibele Vieira, surgirán del replanteamiento solidario biodiverso al que nos invita Morton. Para esto, resulta esencial poder imaginar un universo vital desde la plétora de contextos, densidades y sensibilidades que lo constituyen. Un universo sin lugares de privilegio, donde el Sol, los humanos, los patógenos, la remolacha y toda la biodiversidad de manifestaciones vitales merezcan la misma consideración, atención y afecto.
En estas últimas cenas en las que la remolacha podría ser el ingrediente principal, la abundancia con la que culturalmente hemos asociado la comensalidad por muchos años le deberá haber dado paso a una eficiencia solidaria, que podría recordar la ración de guerra exhibida en “Prep school” o el suministro de comida de los astronautas. El estudio del comportamiento y el metabolismo del tardígrado en un futuro podría llevarnos a administrar nuestros niveles de hidratación y de energía como una consideración primordial frente al ocaso de nuestra especie y nuestra eventual supervivencia.
Reflexiones
Los cinco proyectos analizados en este artículo, nos presentan diferentes maneras de entender el problema de lo alimentario en el Antropoceno. Mientras en el proyecto En Paralelo el activismo, la desobediencia, la cooperación y el goce sugieren espacios comunitarios de resistencia concurridos y vibrantes, en Mitigation of Shock se proponen espacios de resistencia cerrados y aislados, en los que la interacción humana con otras manifestaciones de vida se suscribe a espacios domésticos de experimentación agrícola. Los panes preparados por Dagna Jakubowska y Joanna Gawrońska plantean escenarios precarios y adversos, donde las tecnologías ancestrales garantizan autonomía alimentaria frente a las tecnologías de un sistema noeoliberal colapsado. El escrito de Linda Desmidt nos sugiere mecanismos de resistencia donde la solidaridad expresada en términos alimentarios permite reconstruir las estructuras sociales debilitadas en estas últimas fases del antropoceno. Tardigrade Wars and Their Allies de Cibele Vieira, sugiere cenas en estaciones espaciales donde, como en el arca de Noé, la conciencia solidaria sobre la biodiversidad de la que formamos parte, surge como la consideración primordial.
Como ocurre con las comunidades de abejas, cuya solidaridad y sentido de comunidad inspiran las pinturas de Cibele Vieira y las investigaciones de Edward O. Wilson, durante las últimas cenas en el Antropoceno lo más importante como especie será asegurarnos de que, antes de que comamos nosotros, hayan comido todos los demás. Las recetas preparadas en estas cenas tendrán como principio estratégico garantizarles su alimento a todas las expresiones vitales en nuestro entorno. Por esto, una proximidad simbiótica con la naturaleza y con los mecanismos con los que nos alimenta será prioritaria.
Más que dilatar nuestro encuentro con el fin de nuestra especie, estas recetas conseguirían dejarles un hábitat reconstruido y saludable a las manifestaciones de vida que nos sobrevivan. En estas últimas fases del Antropoceno, la comida será el mecanismo de resistencia con el que arrebataremos de vuelta la soberanía sobre nuestra tierra, nuestro cuerpo y nuestro tiempo y, con ello, el disfrute pleno de aquello vital que nos conecta como ecosistema.
1- W. Steffen et al. (2011). The Anthropocene: conceptual and historical perspectives. The Royal Society.
2- A. Kabel (2014). Disaster Prepper: Health, Identity, and American Survivalist Culture. Human Organization.
3- A. Kabel (2014). Disaster Prepper: Health, Identity, and American Survivalist Culture. Human Organization.
4- H. Brookfield (2007). Family Farms: Survival and Prospect. Routledge.
5- L. González, F. Rodríguez, S. Rodríguez (2013). En Paralelo. 4-18.
6- How FAO is helping every man, woman and child have access to affordable and nutritious food (2020). FAO http://www.fao.org/ fao-stories/article/en/c/1333853/.
7- https://www.statista.com/forecasts/1243605/revenue-food- market-worldwide.
8- Bennett, J. (2010). Vibrant Matter: A Political Ecology of Things. Duke University Press.
9- Bennett, J. (2010). Vibrant Matter: A Political Ecology of Things. Duke University Press.
10- González. L, Rodríguez, F., Rodríguez, S. (2013). En Paralelo. 4-18.
11- Marx, K. (1867). Das Kapital. Kritik der politischen. Oekonomie.