Giordano Bruno: O la sombra de las ideas

Francisco Camacho

EN

 

I

En oposición a la división, el fin de la sabiduría es la unión. Este axioma es similar al principio que encontramos en el famoso diálogo de la tabla de esmeralda, el cual dice que «como es arriba es abajo»; es decir, lo que se mueve en el cielo se mueve en la Tierra y viceversa.

II

Dios creó la realidad de las cosas ex nihilo, realidad teológicamente entendida como el mundo. Sus primeras acciones fueron la creación del cielo y la Tierra, y la separación de las aguas y la Tierra. Sólo después de esto, Él comprende que existe la oscuridad y dice: 

וַיֹּ֥אמֶר‭ ‬אֱלֹהִ֖ים‭ ‬יְהִי–א֑וֹר‭ ‬וַֽיְהִי–אֽוֹר

La luz, a diferencia de la oscuridad, no existía en el principio: Dios, definido en este escrito como la conciencia universal, no tenía contraste y carecía del sentido de la visión. La sabiduría era un concepto interior que carecía de reflejo en la naturaleza.

III

De allí en adelante, Dios creó las cosas con un sentido de visión. Un mundo que se entiende en mayor medida a través de la vista. Vista que sólo se activa por medio de la luz, un equivalente de la conciencia universal: el entendimiento. Al analizar lo anterior, se concluye que no existe entendimiento sin luz y que la oscuridad sólo se puede entender en comparación con la iluminación.

 
 

IV

Para los griegos, cada vez que un héroe moría se convertía en una estrella. Los héroes observaban y protegían a sus descendientes desde el cielo. Imagen mítica que nos permite acercarnos a las estrellas y reparar nuestra ceguera con respecto a la manera como se entendía el universo, a veces definido como un vacío repleto de oscuridad.

IIIa

A Giordano Bruno lo quemaron en Roma por defender la existencia de una multiplicidad de universos.  

IIIb

Las “quemas” realizadas en nombre de la Inquisición tenían como objetivo limpiar el alma y el cuerpo del pecado y llevar la conciencia directamente a su fuente de origen, que es Dios: la luz y el fuego del universo. 

IV

Con el arte de la memoria, Bruno quiso proponer una filosofía activa, que podría usarse como útil de aprendizaje y de organización del pensamiento. Una forma de ver el pensamiento como una “herramienta viviente” que nos puede acercar a la luz del entendimiento. En la organización de este arte, Bruno explica que el entendimiento tiene jerarquías o diferentes niveles, según su cercanía a la luz, o se presenta gradualmente, según su lejanía a la oscuridad; en este panorama, se encuentran las ideas que son la sombra de la luz: la luz es la causa de las cosas y la oscuridad es ignorancia y muerte. 

IVa

En el siglo de Bruno, la implementación del “método científico” y el desarrollo de nuevos instrumentos de exploración y medición, como el telescopio, permiten prolongar la percepción de la naturaleza como una extensión de nuestras capacidades físicas; esto generó importantes descubrimientos, a la vez que ayudó a reconsiderar el empolvado paradigma heredado del ya decrépito y oscuro mundo de la escolástica. El sistema de Copérnico, recientemente planteado, que opone la cosmografía tolomeica, es fácilmente observable por medio de un telescopio: el Sol está en el centro del sistema solar y las estrellas en el fondo son otros sistemas solares. Tal vez,  sin saberlo, luminosamente el sistema de Bruno se refiere en forma directa a una visión del universo que concordaba con lo recientemente descubierto.

 
 

V

Como en el caso de los prisioneros de la caverna platónica, el mundo de las ideas es una proyección de sombras. En el libro Las sombras de las ideas (De umbris idearum, 1582), Bruno señala que las sombras son las formas que adopta la razón durante el proceso de aprendizaje y las mismas que la organizan. Estas sombras pueden utilizarse en calidad de imágenes y símbolos para organizar, posteriormente, el conocimiento de las cosas.

VI 

Bruno propone que no hay sombra sin reflejo. Las ideas son descritas como sombras de la divinidad. Tal vez una lejana repercusión o analogía al proceso de creación del mundo en el libro del Génesis, es decir, primero está la sombra, y en su consecuencia, un entendimiento de lo que es la luz.

VII

En Las sombras de las ideas, la intención de acercarse a la luz por medio de las ideas se describe según niveles representados por letras de los alfabetos latinos de la A a la Z; también se usan las letras hebreas en algunos casos. Estas letras están grabadas en cinco discos de metal que pueden girarse para generar distintas combinaciones, componiendo un aparato de la memoria, instrumento fundamental del Ars magna, y puede verse como un computador primitivo.

Figura 1: Amuleto de invocación del ángel Tarariel

Figura 1: Amuleto de invocación del ángel Tarariel

VIII


Sobre la sombra

(De umbris idearum, fragmento, p. 517)

La sombra es el lugar (loci) de privación de la luz. Es el lugar que no puede tener la exactitud de lo que hemos hablado antes, dado que un cuerpo localizado en el medio impide el paso de la luz. Consecuente con esto, claramente, haremos un experimento con la sombra de los árboles o alguna torre: la razón quiere saber cuáles son el color y el significado de la sombra, la razón ve que el aire es diáfano y el color que recibe la sombra del sol o del fuego es luminoso en el lugar donde esa sombre recibe el color de la tierra (terræ). Por ejemplo, el cristal que está sujeto al color rojo (croceo) se viste en rojeidad (rojeidad) y cuando está en ambiente oscuro se viste en negridad; con eso la razón entiende que la luz es del color del Sol y del fuego. Lo negro es el color de la Tierra y lo diáfano está comprimido en el aire. La blancura del agua que provoca la blancura en el cristal se debe a que el cristal no es más que agua congelada (congelata). La figura de la sombra es el fin donde acaba la luz de la sombra (ad hoc), como lo demuestran el segundo y el cuarto caso de la regla C*. La razón pregunta cuál es la causa de las sombras de la Luna (causa umbræ lunæ), lo que genera muchas dudas en la medida en que considera la Luna como un cuerpo diáfano sobre el que aparece la sombra de la Tierra, pero divaga porque no aparece su sombra en el Sol, y continúa dudando hasta que se acuerda de que el Sol es colorado por su propia luz. La luz de la Luna viene del Sol, como el calor viene del       aire, viene del fuego, y esto comprueba las
reglas G* y B*.

*Regla C, G, B (citar).

 
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